Nathan E. Wilder

Rasgos Físicos: Se puede decir que Nathan es un chico totalmente normal y corriente. Sus ojos son azules grisáceos, los cuales muestran como es en todo momento. Si le miras a éstos, tardarás poco en saber si está contento, travieso, triste, enfadado... es un libro totalmente abierto. Son grandes y expresivos. Sus labios son normales, ni muy finos, ni muy gruesos, los cuales casi siempre están llenos de heridas, puesto que le encanta mordérselos, y como no siente dolor alguno, ni se entera de que está haciéndose herida hasta que siente el sabor de la sangre. Su tez es clara, aunque no está totalmente pálido. No suele coger color con el sol, y eso es algo que le da igual realmente. Su pelo es rubio, en diferentes tonos que quedan cual mechas recién hechas, aunque nunca se ha hecho mechas. Lleva un piercing en el labio, el cual se hizo en un momento de locura, pues de esos tiene muchos.

Complexión: Su complexión es delgada, aunque si le miras bien podrás ver que su cuerpo está bastante bien formado. No es un cachas, ni mucho menos, pero no se puede quejar, en ese sentido. Es alto, bastante alto, y casi siempre puedes verle lleno de heridas, debido a que le encanta el riesgo. Tiene un tatuaje en su brazo derecho y otro cerca del tobillo.

Vestimenta: Su forma de vestir es bastante variada. Le gusta cambiar de estilo muy a menudo. Lo más normal es que suela vestir de forma ancha, con zapatillas de deporte igual de anchas y camisetas de dibujos extraños, pero otras veces también puedes verle totalmente ajustado. Depende del día.

Mentalidad: Nathan es un chico que fácilmente se puede describir con dos palabras: Divertido y Bromista.
A lo largo de los años, Nate se caracterizó por ser un chico agradable y con quien se pasa un buen rato, tiene un carisma único que le diferencia del resto de la gente. Su singular humor sarcástico y sus ingeniosos planes para “pasar un buen rato” es la mayor diferencia entre su hermano y él.
Posee un humor algo burlón pues suele, la mayoría de veces, burlarse de la gente solo aparentando chistes. Es bastante exagerado... es una de sus cualidades más características pues todo lo suele exagerar de una manera bastante grande. Suele hablar mucho consigo mismo, pues considera que los momentos de soledad son grandes tesoros, tiene el momento para conocerse más, saber que quiere y a donde quiere llegar.
Durante la crisis que tuvo como consecuencia de su primera desilusión, algo en la personalidad de N. cambió por completo, guardó una mala persona interna que se apodera de él cuando se enfada. Después de esto, vuelve a ser el chico simpático y buen compañero que es. La mayoría del tiempo se le reconoce como alguien poco complicado que deja muchas veces el estudio de lado para escuchar a sus amigos, cualquier escusa es buena para dejarlo. No posee muchos amigos, pero si bastantes conocidos, a los que a medida que pasa el tiempo, los considera uno más en la lista de sus fieles.
Es un chico que mantiene la cabeza en alto, decidido y firme, le gusta mostrar lo que piensa, aunque a veces tema expresarse mal y que le malinterpreten.
Es comprensivo y buena escucha, odia leer y escribir, es idealista e intuitivo, sabe cuando algo saldra mal o lo presiente, a veces suele ser muy callado pues se concentra en las personas y en lo que hacen.
Tiene amor por la fotografía, y se puede sentar horas en los jardines a fotografiar personas, pues segun él no hay mejor cosa que las fotografías naturales y que muestren lo que en verdad son.
Es rebelde y alocado, sabe que su hermano heredará la empresa de su padre pero le da realmente igual, porque él jamás ha querido trabajar allí. En la escuela todos piensan que es un mal estudiante, pero es muy inteligente si se lo propone. En ocasiones puede tener planes malvados que interpreta como bromitas.
Siempre que intenta arreglar un problema, aunque no le guste demasiado ayudar a los demás, acaba convirtiendolo en un problema aún mayor, sin querer.
Suele pensar en voz alta, es decir, todo lo que piensa lo suelta, sea bueno, malo, una crítica de alguien, un alago... cualquier cosa, le gusta decir las cosas en voz alta, por eso la gente muchas veces piensa que está loco.
Tiene ocurrencias un tanto extrañas, y hace cosas muy raras.

Gustos:
-La fotografía
-Ama el skate por encima de cualquier cosa, a pesar de que sabe que es un deporte muggle
-Toca la guitarra y canta extremadamente bien
-Siente gran atracción por decapitar bichitos
-Le gusta practicar sus hechizos con éstos

Disgustos:
-Que le digan lo que tiene que hacer la repatea
-La gente hipócrita le da tremendo asco
-La gente que no va con la verdad por delante le parecen bastante cobardes.

Manías::
-Morderse el labio cuando está nervioso
-Hacerse tronar los huesos de llos dedos
-Hacer rulos con algunos de los mechones de su pelo
-Morder sus bolígrafos

Datos importantes::
-SUFRE DE ANALGESIA {Enfermedad hereditaria que impide sentir dolor físico}

Descendencia:
-Anteia Wilder {Abuela Paterna}: Es la persona más cercana a mi, puesto que me ha criado casi toda la vida. Ella es bruja, y toda la familia lo ha sido hasta ni se quien. Nunca ha creído en las distinciones de la sangre, y me lo inculcó a mi desde bien pequeño.
-Alexander Wilder {Padre}: Creo que nunca le he importado, pues a los tres años se desprendieron de mi poniendo como escusa mi comportamiento psicópata.
-Candance Hemingway {Madre}: De ella pienso igual
-Ethan A. Wilder {Hermano Mellizo}: Le adoro, somos uña y carne.

Mascotas:
-Tiene una lechuza llamada Iris

Toda historia que se precie tiene un principio, y la mía, que no es menos, comienza hace 24 años en una isla griega, donde Candance Hemingway se quedó embobada observando al guía turístico que le había tocado en un viaje que sorteaban los de una marca de calderos por aquellas tierras. Él se llamaba Alexander Wilder, guia turístico experimentado, con una sonrisa permanente en la cara. Pronto se dio cuenta de las indirectas directas que le mandaba Candance y se acercó a ella, para ver si algo ocurría. Flechazo instantáneo. Se casaron, se fueron de luna de miel, bla bla bla bla... Si no os importa voy a ir directamente a la parte que salgo yo, que es lo más importante.

Pues eso, nací yo, un bebé muy guapo, todo hay que decirlo, una fría noche de febrero, hace ya 17 años. Me pusieron el nombre de Nathan Eugene... Si, vale, solo Nate, por favor. Vivíamos los tres juntos en Canadá, pues mi padre se fue allí por… Yo que sé por qué se fue, pero la cuestión es que vivíamos allí y punto. A la edad de tres años acabé sin querer con la vida de mi querido hámster llamado Hámster (soy de original para poner nombres, ¿eh?), que murió aplastado por una piedra que le lancé a la cabeza, y creo que ese día marcó un antes y un después en mi vida. Le tomé el gustillo de decapitar insectos, romper cristales, enterrar las varitas de mis padres en el jardín… Vamos, lo normal que hacen los niños de tres años. Mis padres, que se tiraban de los pelos ya, me mandaron con mi abuela Anteia, que vivía en Francia, haber si ella podía solucionar aquel trauma emocional que era la raíz de mi estado de rebeldía psicópata. Mi abuela, intentó durante dos años que olvidará aquello, pero por más que hacía cosas para que mi actitud cambiase, no lo conseguía. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que yo tenía un don, el don de la rebeldía absoluta. Toma ya, que guay que soy.

La abuela Anteia me mandó a un internado en Escocia para niños problemáticos con trastornos algo extraños de la personalidad. Yo prefiero llamarlo proyecto de manicomio. Conocí a mi queridísimo amigo Alex. Allí nos tiramos ambos hasta que a los once años nos mandaron la carta de Hogwarts. Al final de cada mes, la abuela me mandaba una canica como muestra de que se acordaba de mí. Es que las canicas habían sido mi juguete preferido cuando era pequeña. Bueno, ¿por dónde iba? Ah, si, la carta de Hogwarts, pues eso, mi abuela decidió sacarme del internado, dado que bueno, ella me prefería en el colegio de Magia, aprendiendo y todo eso, pero yo supuse que era para que no me escapase. Pues eso, ahora estamos aquí, en Hogwarts... fin de la historia... ¿interesante? Pues esperad a conocerme.